El 24 de noviembre de 1891, pedro II hizo una anotación en su diario que decía: “Deodoro renunció”, refiriéndose a la noticia de la renuncia del hombre que ayudó a orquestar el golpe de Estado a la república en Brasil. Tras esta nota, Pedro II emprendió un largo paseo en carruaje por el río Sena, a pesar de las temperaturas sensiblemente bajas del día. Al regresar al Hotel Bedford, donde se hospedaba Don Pedro II, comenzó a sentir escalofríos durante la noche y, en los días siguientes, su enfermedad progresó hasta convertirse en neumonía, deteriorando rápidamente su estado.
El 2 de diciembre de 1891 no se llevó a cabo ninguna celebración por su 66 cumpleaños. La majestad se reunió solo con familiares y algunos amigos cercanos. A la mañana siguiente, su salud se deterioró significativamente, lo que llevó a otros familiares a visitarlo para lo que parecía ser su último encuentro. El 4 de diciembre no hubo mejoría en su estado de salud, ya las doce y media de la mañana del 5 de diciembre de 1891, tres días después de su cumpleaños, falleció Don Pedro II.
Así acabó la vida del hombre que nació en cuna imperial, perdió a su madre a la tierna edad de 1 año y a su padre a los 5. Don Pedro II no tuvo tiempo para diversiones infantiles, pues a los 5 años fue ya tratado de manera diferente, ya que su vida se redujo a cumplir los deseos del estado. Estudiaba todo el día, no tenía tiempo para jugar y cargó con el peso de todo el país sobre sus hombros a los 14 años, aguantándolo incansablemente durante casi 50 años.
Se casó joven con alguien a quien apenas conocía, presenció la muerte de tres de sus cuatro hijos, vivió el nacimiento de una nieta muerta que habría sido la heredera y, al final, ya anciano y enfermo, sufrió un gran golpe de Estado que lo despojó de su posesión más preciada, el derecho a vivir en Brasil.
Dom Pedro II fue expulsado junto con su familia en un frío amanecer, partiendo al exilio sin posibilidad de despedirse de los brasileños. El majestad presenció la muerte de su esposa y supo que su país, el país por el que luchó por mantener la calma y progresar, se desmoronaba en conflictos y corrupción. Don Pedro II murió de neumonía en un modesto hotel en el exilio, en Francia, y su último pedido, en su lecho de muerte, fue:
¡Paz y prosperidad para Brasil! – Don Pedro II
Mientras preparaban su cuerpo para el entierro, su yerno, el Conde d'Eu, encontró un paquete con una nota que decía:
Es la tierra de mi patria, deseo que sea puesta en mi ataúd por si muero lejos de mi patria. – Don Pedro II
Referencia: CELSO, Conde de Alfonso. O emperador no exílio. Brasil: Linotipo Digital, 2018.
Matheus Araújo
Matheus es empresario de Araujo Media, donde se desempeña como CEO y Director Creativo. Comparte análisis en su blog personal "blog.matheusaraujo.me" y actualmente cursa la carrera de Publicidad y Propaganda. Además, es un apasionado de la historia, en particular de la de Brasil, lo que lo llevó a convertirse en el fundador y editor del portal Brazilian History.