Emperador Don Pedro II y la emperatriz doña Teresa Cristina eran individuos sencillos, reacios a cualquier tipo de lujo, y las comidas palaciegas se caracterizaban por la frugalidad. El plato favorito del Emperador, siempre presente en todas las comidas, eran las sopas, en especial un suculento caldo de pollo. Parece que esta preferencia fuera una especie de herencia genética, ya que su bisabuela, la reina doña María I de Portugal, también era amante del caldo de pollo, al igual que su abuelo, el rey don João VI, se deleitaba con los muslos de pollo asados.
Al respecto, se cuenta que el hijo mayor de la Princesa Imperial Doña Isabel, entonces Príncipe de Grão-Pará, Don Pedro de Alcântara, de fuerte temperamento, también disfrutaba de los muslos de pollo, pero fritos. Una vez, Su Alteza llegó tarde a un refrigerio y se sirvieron trozos de pollo frito.
Como el Príncipe de Grão-Pará no estaba presente, sus hermanos menores, los Príncipes Dom Luiz y Dom Antonio, se sirvieron cada uno de uno de los muslos. Cuando llegó el hermano mayor y se dio cuenta de que los ansiados muslos ya no estaban, se echó a llorar: ¡los niños siempre son niños! – y se quejó con su abuela, diciendo que sus hermanos no habían respetado su “derecho de primogenitura”.
La Emperatriz, como siempre, con una sonrisa, escuchó todo y tranquilizó a su nieto, diciéndole: “Ve a jugar un poco más, y la abuela lo arreglará”. ¡Las abuelas siempre son abuelas! Su Majestad sí encontró una solución: desmenuzó un poco de pechuga de pollo, hizo una masa con harina de trigo, la mezcló con el pollo desmenuzado, lo rebozó con pan rallado, lo moldeó en forma de muslos en sus manos, colocó un pequeño hueso en la punta, y los freímos en una sartén.
En pocos minutos nació el “muslo de pollo”, listo para ser disfrutado por el joven Príncipe de Grão-Pará. Fue un gran éxito, e incluso Su Alteza pudo burlarse de sus hermanos, diciendo que “el muslo de pollo de la abuela” estaba mucho más sabroso. A partir de entonces, los tres niños imperiales sólo querían comer “el muslo de pollo que le hacía la abuela al pequeño Pedro” durante la merienda.
El origen imperial de la coxinha, tan popular en las cafeterías de hoy, ha sido narrado de boca en boca desde finales del Imperio hasta los primeros años del siglo XX, cayendo en el olvido con el paso del tiempo. Sin embargo, el hecho real quedó registrado.
Referencia: TJADER, Rogerio da Silva. Sua Majestade Imperial D. Thereza Christina Maria de Bourbon e Bragança – A Mãe dos Brasileiros. Brasil: Duboc, 2016.
Matheus Araújo
Matheus es empresario de Araujo Media, donde se desempeña como CEO y Director Creativo. Comparte análisis en su blog personal "blog.matheusaraujo.me" y actualmente cursa la carrera de Publicidad y Propaganda. Además, es un apasionado de la historia, en particular de la de Brasil, lo que lo llevó a convertirse en el fundador y editor del portal Brazilian History.